Gay by Kathleen Hope

autor:Kathleen Hope
La lengua: spa
Format: epub
editor: Kathleen Hope
publicado: 2019-06-12T00:00:00+00:00

Al final salieron de la cabaña a la hora de la cena, después de haberse pegado una ducha rápida juntos. Pierre había preparado un estofado de conejo y Henri los entretenía con historias sobre sus viajes. Por supuesto, Pierre ya habría escuchado aquellas historias más de una vez, pero aun así seguía observando a Henri con afecto y devoción. Troy se levantó cuando terminaron de cenar para ayudar a llevar los platos y Pierre lo siguió, dejando a Adrian con Henri.

Pierre abrió el grifo del fregadero.

—No tienes por qué hacerlo —le dijo a Troy mientras ponía un poco de jabón en el estropajo.

—No me importa —le respondió.

Pierre se encogió de hombros y le pasó un paño para secar los platos mientras él se ponía manos a la obra con los sucios.

—Hablaste con Henri, ¿no? —preguntó Pierre tras unos minutos de silencio.

Troy hizo un gesto de asentimiento con la cabeza.

—Me contó cómo os conocisteis.

—Y lo que le pasó antes de conocerme, ¿no? Cuando Henri se topa con parejas como la vuestra le gusta asegurarse de que escuchen su historia. No es nada malo. —Pierre lanzó una mirada hacia donde estaba Henri, que conversaba muy animado.

—En absoluto. Y tiene toda la razón. Nos marchamos a Florencia, pero creo que nuestra estancia aquí ha sido la más importante de este viaje. Me alegro mucho de que Adrian eligiera este lugar.

—Tuvimos una cancelación de última hora, por lo que teníamos la cabaña sin reserva. Cuando Adrian me escribió un correo electrónico en el que me decía que os ibais a tomar un tiempo para volver a conectar supe que era algo importante para vosotros.

Troy se sorprendió por aquellas palabras.

—¿Eso te dijo?

—¿Te sorprende? Pero si has trabajo mucho últimamente, ¿no?

Troy inclinó la cabeza para sentir.

—Cierto. Y tiene razón. Henri tiene razón también, al igual que tú. Creo que voy a necesitar que me envíes una caja de tu vino a casa. Dejaré una botella en la mesa para recordárnoslo todos los días. Sobre todo a mí.

—Espero que la dejes vacía sobre la mesa. Creamos nuestro vino para que la gente lo beba. Él tiene mis señas y puedes hacer los pedidos que quieras en cuanto llegues a casa. —Pierre empezó a pasarle los platos limpios a Troy y a indicarle dónde tenía que ponerlos—. Y si alguna vez queréis volver, solo tienes que decírmelo para ver cómo lo apañamos.

—A lo mejor lo podemos convertir en una tradición anual. Adrian ha vendido un cuadro por mucho dinero y lo ha utilizado para pagar este viaje. Tiene tanto talento que me emociono cuando alguien se lo reconoce. La verdad es que se lo merece.

—Cuando tenga varios cuadros para vender, dínoslo. Necesitamos otra décoration, quiero decir, decoración. Nos encantaría tener algún cuadro suyo.

—Se lo diré, gracias. —Troy se inclinó para guardar un vaso—. Merci —intentó decir.

Pierre sacudió la cabeza.

—A los americanos os deberían prohibir hablar français —le dijo con una sonrisa dibujada en el rostro.

—La última vez que estudié francés fue en la universidad y aprobé por lo pelos, así que estoy de acuerdo contigo.

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